El tiempo y el papel resultaron ser insignificantes al comenzar a escuchar de viva voz cada una de las historias; con silencios largos, miradas de temor, la fragilidad y al final en varias ocasiones el llanto, hicieron que el taller se volviera el medio catártico para mostrar historias que jamás hubieran pensado contar cada uno de los participantes.
La certeza y comentarios directos de Ulises, la mirada crítica y fotográfica de Nadia y el conocimiento visual y técnico de Manuel , fueron los ingredientes perfectos para dar vida a las historias de los alumnos que se convirtieron en personajes de sus propias creaciones; donde sus fantasmas y demonios tomaron vida; y se revelaron de una manera muy creativa en el storytelling; que en estos tres días de vorágine los sentimientos y la tecnología movieron fibras muy delgadas y sensibles en todos; estimulando la inherente comunicación entre las herramientas digitales y la necesidad de contar historias.